El
presente trabajo es una reflexión acerca de las actividades realizadas en a especialidad, actividades que de una u otra forma han contribuido
a ampliar la perspectiva de mi quehacer docente.
Mi nombre es Eddie Raciel Santana Herrera, tengo estudios de
ingeniería industrial en mecánica, egresado del Instituto Tecnológico de Mérida
en el estado de Yucatán.
¿Por qué soy profesor?, permítanme contarles:
Desde que era estudiante del nivel profesional, por cuestiones
económicas tuve que empezar a trabajar para costear mis estudios. Mis
compañeros de carrera en ese entonces me animaron a solicitar un empleo en una
escuela preparatoria particular llamada Instituto Técnico Rodolfo Diesel. Fue
así cómo empecé a identificar que tenía aptitudes para ser profesor, sin
embargo continué estudiando la carrera elegida hasta llegar a graduarme.
Bien recuerdo el mes de
febrero de 1984, el día exacto no la puedo precisar, cuando mis compañeros de generación de la
carrera de ingeniería mecánica disfrutaban la noche de graduación en tanto que
me enfrentaba a mi primer problema en mi carrera profesional: restituir del
servicio de agua a una parte de la población y zona turística de la ciudad de
Cancún. Confieso que por ser el primer problema de gran magnitud, los temores
me asaltaron, pero ¡oh! ¡Qué gran satisfacción sentí cuando el problema se
resolvió satisfactoriamente y se recibieron las felicitaciones correspondientes
de los superiores!
En 1988 llega el huracán
Gilberto, que según la prensa nacional e internacional devastó a Cancún, y aquí
estaba ayudando a resolver el problema, con seguridad, dirigiendo las acciones
para restituir el servicio de agua potable de mi ciudad.
Corría el año 2000 cuando
me integro a laborar en el nivel medio superior impartiendo la asignatura de
dibujo técnico. En el empleo que he descrito líneas arriba como es lógico se
maneja el dibujo en varias de sus clasificaciones y desde luego, un
profesionista emplea esta disciplina con frecuencia. ¡Pero no es lo mismo saber
y emplear, que enseñar! Pues uno como maestro se ve en la necesidad de planear
y estructurar las clases y es en este punto donde empiezan los problemas como
maestro empírico. Aunado a esto tenemos
los problemas de control de disciplina, ¿cómo comportarse y qué acciones debo
de tomar si un alumno o el grupo entero se sale de la conducta normal?, medir
los tiempos, (tenemos el temor de que se nos acabe la clase) etc., cosa que nos
da hasta cierto punto temor cuando iniciamos esta actividad.
Afortunadamente siempre existe un compañero
dispuesto a prestar ayuda, a iniciarnos en este camino a la docencia con
consejos básicos que aplicamos y ahí vamos de nuevo, con nuestras armas nuevas,
preguntándonos si funcionarán las estrategias, si los alumnos me entenderán
mejor, si lograré que los alumnos me presten la atención debida, tratando de
lograr el punto en la cual todos participen y hacer de esta manera una clase
amena. Al término de la jornada nos sentimos cansados, preocupados de los
resultados que se obtendrán, estresados por las acciones y contenidos que se
prepararán para el día siguiente. Los cuestionamientos hechos nos incitan a
superarnos de tal manera que sin darnos cuenta nos actualizamos en esta
actividad que es la de transmitir el conocimiento.
Durante mi caminar en esta fase de mi vida, he recibido cursos
de capacitación por parte de la institución donde laboro: CECyTE II de la
ciudad de Cancún Quintana Roo y he comprendido que para lograr el éxito he de
motivar a mis alumnos, hacerlos enamorarse de mi asignatura, matemáticas
(cuando se realizó la reforma anterior hubo que cambiarme de asignatura).
En un curso impartido
por mi institución, el instructor mencionaba la importancia de dominar las
técnicas básicas de la comunicación, el modular la voz de acuerdo a lo que se
dice, la mímica a emplear, etc., cosa que poco a poco se ha estado adquiriendo.
Con relación a la
disciplina, he comprendido que lo mejor es entablar el diálogo y razonamiento
para propiciar el cambio de conducta en nuestros alumnos.
Después de más de una década de impartir clases en el nivel
medio superior no me considero una persona que domine las técnicas de la
enseñanza – aprendizaje, al contrario, me he dado cuenta que es necesario
actualizarme constantemente para entregar lo mejor a mis alumnos. Cabe hacer
mención que esta profesión me gusta, y que el estar frente a grupo representa
el reto de contagiar a los alumnos con la pasión y entusiasmo de mi asignatura
y no hay satisfacción mayor que la de ver que un alumno que ha tenido
dificultades en su aprovechamiento escolar triunfe y termine sus estudios.
Una de las preocupaciones que he comentado con mis compañeros es
lo relativo al nivel de los conocimientos con que nos llegan nuestros alumnos,
unos se quejan de que no saben las operaciones básicas, no escriben
adecuadamente, etc., pero me he dado cuenta que lo mejor es recibir a los
alumnos con las debilidades y trabajarlas para convertir éstas en fortalezas,
sobre todo, que después de conocer, observar y comentar con mis compañeros de
este primer módulo de la especialidad que éstas características son comunes en
los adolescentes, logrando de esta manera que tengan éxito en los estudios entregando
así al ciudadano que requiere nuestro país en este siglo XXI.
Con respecto al curso que
estudiamos, los compañeros y yo compartimos sentimientos y malestares comunes en este
asunto de la educación, es bueno y gratificante saber que contamos con el
apoyo, consejos y motivación de cada uno de ellos.
Hace unos días, la prensa y la radio local dieron la noticia de
que los maestros estábamos reprobados como maestros. Si hirió mis sentimientos
(malestar docente), por unos cuantos pagan todos, sin embargo, como dice el
autor José M. Esteve, nadie nos enseña a ser maestros, eso es algo que
aprendemos por ensayo y error, cierto es que los errores se pagan muy caro ya
que perdemos la oportunidad de sacar lo mejor de un alumno; pero no existe otra
manera de formar nuestra experiencia docente si no practicamos, nos equivocamos
y aprendemos de nuestros errores.
Me siento orgulloso de ser docente entregando lo mejor de mí, y
lo seguiré haciendo, ¿hasta cuándo?, no lo sé, pero si sé que no equivoqué el
rumbo.